A medida que cumplimos años, nuestra composición corporal va cambiando, uno de esos cambios es la pérdida de masa muscular (Sarcopenia).
El proceso de envejecimiento da como resultado una disminución del rendimiento físico, debido a cambios en el sistema musculo-esquelético, pérdida de masa muscular y ósea y pérdida de elasticidad de los tejidos. Todo esto puede provocar una pérdida de fuerza y calidad muscular.
La sarcopenia se refiere a la pérdida gradual y generalizada de masa y fuerza muscular a lo largo del tiempo. Esto se debe a ciertos cambios fisiológicos que ocurren de forma natural en el cuerpo y según el estilo de vida que llevemos, podemos ayudar a que estos procesos se demoren más.
La masa muscular representa casi el 50% del total del peso corporal en un adulto. Este tejido magro es el que pierde con mayor rapidez, su volumen y fuerza, acelerando su pérdida a partir de los 60 años de edad. Entre los 75 y 80 años es capaz de disminuir casi un 25%. Lo que significa que los músculos de las piernas se reducen, el ejercicio se vuelve más difícil y las caídas y fracturas aumentan, convirtiéndose así en el principal riesgo de discapacidad y en uno de los factores que reduce la calidad de vida de las personas mayores. Esto suele ir acompañado de un aumento del tejido adiposo y se asocia con una mayor probabilidad de que las personas con factores genéticos desarrollen hipertensión, osteoporosis, diabetes u obesidad.
Las causas de la sarcopenia son diversas e incluyen factores del estilo de vida (falta de ejercicio), cambios en la función endocrina relacionados con la edad (disminución de hormonas que favorecen el crecimiento de tejidos como testosterona, somatropina y estrógenos y aparición de resistencia a la insulina), enfermedades crónicas, disminución de la secreción de insulina y deficiencias nutricionales.
El tratamiento de la sarcopenia se basa fundamentalmente en el ejercicio físico adaptado a las circunstancias de cada paciente y una dieta sana, que comprenda una adecuada ingesta de calorías y proteínas. Para ello, en algunos casos, debe considerarse la suplementación con proteínas de la misma.